Vistas de página en total

Buscar este blog

Seminarios, Talleres y Datos de Interés

Entradas populares

18 de febrero de 2011

Samuel Beckett en Guayaquil, con la dirección del Quiteño Roberto Sanchez Cazar

Con una obra de Beckett " Final de Partida" , los estudiantes de la segunda promoción de Teatro del ITAE cierran un ciclo.

Cuántas veces se ha visto una obra de Beckett en un tablado guayaquileño? No muchas. Las compañías temen que la respuesta del público sea escasa, comprobado está que en el puerto se prefiere la risa fácil. El absurdo, el coqueteo con el nihilismo y ese profundo pesimismo por la condición humana, rasgos endémicos en el trabajo del irlandés, bien podrían maldecir la taquilla. Sin embargo, una propuesta que respeta íntegramente un guión de este dramaturgo ha nacido desde las aulas del ITAE.

La segunda promoción de la carrera de Teatro de este instituto ha preparado Final de partida, una pieza para cuatro personajes del nobelizado autor de Esperando a Godot. Representa el montaje de graduación para sus actores, fue pre estrenada ayer en un miniteatro del Centro Cívico y se seguirá presentando a lo largo de este mes.

Dirigida por el quiteño Roberto Sánchez Cazar, quien fue invitado a la ciudad específicamente con este propósito, la obra muestra características propias de la dramaturgia beckettiana. Con requerimientos escénicos mínimos, la trama se desarrolla en un mundo casi muerto (¿post-nuclear?), en donde cuatro seres conviven encerrados: Hamm, ciega y paralítica; Clov, su sirviente incapaz de sentarse; y Nagg y Nell, los padres de Hamm, quienes vegetan sin piernas en un rincón del refugio.

Samuel Beckett, después de escribirla entre 1954 y 1956, solía decir que nadie buscara explicaciones de Final de partida más allá de la propia obra; no obstante, a través de las voces de sus protagonistas parece estar hablando de la soledad, la vejez, la inocencia, la desmemoria, la dependencia, el mal... El contexto: una Europa que venía saliendo de la barbarie conocida como Segunda Guerra Mundial.

“Beckett te enfrenta a sentidos muy profundos. Tiene una obra que en muchos sentidos está en una línea teológica y que además no es tan absurda”, opina Sánchez, quien junto a Santiago Roldós y Pilar Aranda -coordinadores de la carrera de Teatro en el ITAE- eligieron Final de partida como el montaje de graduación para los alumnos Jorge Velarde, Clara López, Aída Calderón y Gilby De La Paz. Uno de los objetivos, además de adentrarlos en el nada diáfano universo simbólico del pilar del teatro irlandés, es someter a los estudiantes a un texto original, sin la posibilidad de adaptar nada.

Dos meses de trabajo con ensayos diarios de cerca de diez horas -según Sánchez- han invertido los actores, que también han sido los productores y los gestores de todo lo que involucra hacer el montaje. “Desentrañar los sentidos profundísimos que tiene Beckett -explica el director- es la mayor dificultad para escenificar una pieza así. Eso conlleva entender en el contexto en que fue creado lo que estás diciendo y luego hacerlo contemporáneo sin que implique una modificación”.

Para todos los actores esta era una obra desconocida. Los cuatro coinciden en que habían tenido acercamientos a otras creaciones del premio Nobel, pero con Final de partida empezaron desde cero. Clara López opina que uno de los aspectos más llamativos en esta dramaturgia es la forma de relacionarse de los personajes “todo el tiempo en conflicto”. Ella, Nell en el escenario, considera que, pese al ambiente extremo en el que se desenvuelve la trama, hay muchos subtextos que revelan la forma de relacionarse normalmente en el mundo.

Sobre la condición humana plasmada en la dramaturgia mediante una mezcla de comedia y tragedia habló el director polaco Krystian Lupa, antes de presentarla en el madrileño teatro de La Abadía el año pasado, y mencionó en una entrevista para El País que a través de Hamm, el protagonista, la propuesta transmite “algo que a menudo nos ocurre: nos convertimos en recipientes del mal y los caminos al bien nos parecen hipócritas y repugnantes”.

Esta pieza, a decir del célebre crítico estadounidense Harold Bloom, la principal de su autor, puede hacer referencia en su título al final de un juego de ajedrez. De la misma forma, para los cuatro estudiantes que la presentan en Guayaquil significa la culminación de un proceso estudiantil, de sus juegos en las aulas, y el comienzo de otro rumbo en la árida ruta de las artes escénicas locales.

• Luis Alfredo Medina
El Telégrafo
2011-02-05

No hay comentarios:

Publicar un comentario