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6 de marzo de 2011

Teatro Colón, Argentina : La Fura dels Baus toma cuerpo

 Apesar de los  conflictos internos del Teatro Colón la  apuesta  esta ya en  marcha
Teatro Colón : La Fura dels Baus toma cuerpo"¿Se habrá quedado dormido?", pensaba una de las productoras. "Lo que pasa es que Baldur llegó a las 6 de la mañana de Colombia", argumentaba, mientras insistía en el portero eléctrico. Pero cuando faltaban todavía dos minutos para el horario de la entrevista, se lo vio llegar con puntualidad (¿suiza?) desde la esquina. A seis horas de su primera visita a la Argentina, con sus 42 años, jeans, remera, zapatillas, anteojos grandes y una bolsa de supermercado con un paquete de café en su interior.


Baldur Brönnimann -director titular de la orquesta Nacional de Colombia, quien dirigirá a fines de marzo El gran macabro en el Teatro Colón, con puesta escénica de La Fura dels Baus- parece un tipo que se adapta rápido. "Fui a Coto", dijo sonriente en el fluido castellano que le había enseñado una novia española. Claro que conseguir un supermercado abierto era un juego de niños si se lo compara con la complejidad de la obra que tiene por delante (la partitura está sobre la mesa del departamento que le alquilaron para su estada de más de un mes en Buenos Aires). Una de las mayores preocupaciones de Baldur es la cantidad de ensayos que requiere. "La obra es ultradifícil. En Londres tuvimos dos semanas de ensayo y la gente ha trabajado muchísimo", dice, mientras la productora lucha con la máquina de café para sacar de ese sistema de filtro el equivalente al más potente expreso.

"Esto no es una puesta tradicional. Es una ópera muy antiestablishment y es interesante desde el punto de vista político. La dirigí en Londres. La recepción fue increíble. Allí no ha venido un público tradicional de ópera, sino uno del teatro y de la cultura contemporánea.

-¿Con este tipo de puestas no se corre el riego de que la música quede en un segundo plano?

-La verdad, que la puesta es enorme, pero todo va junto. Eso es lo fundamental en el teatro musical; todo junto es lo que hace el efecto. Vamos a ver si lo logramos.

-¿Qué más te preocupa?

-Lo que pasa a veces con la música contemporánea es que uno se queda con el lado técnico, porque es lo difícil. Pero lo importante es la interpretación y lo que hacés con ella. Además hay mucho trabajo offstage ; si todo eso está bien elaborado tiene un efecto increíble.

-¿Cuál es la versión que vamos a escuchar? Hace unos cuantos años, Ligeti no permitió que se representara porque decidió revisar la partitura.

-Sí. Esa es la versión que hacemos. La primera tenía demasiado texto. La puesta de La Fura responde muy bien a la música y es igual de loca. No voy a contar mucho, pero hay mucha fantasía infantil y un poco de Michael Jackson, todo mezclado -dice, y se ríe.

-¿Cómo interactúa un director con los cantantes en una obra que tiene más de sprechgesang que de aria tradicional?


-Ligeti era un neurótico. Escribió todo con mucha precisión. Con cada obra iba un paso más adelante. Claro que, al final, es el efecto, el sentido de lo que se quiere realizar. Quizás a veces hay que sacrificar un poco de esa técnica perfecta para la expresión requerida.

Además de lo que pueda representar El gran macabro , con todo su toque apocalíptico y su reflexión en torno a la muerte, es interesante pensar en lo que pueda decirnos hoy. Porque está inspirada en una pieza teatral de la década del 30 (dos décadas después del surgimiento de vanguardias como el Manifiesto f uturista, también apocalíptico) y fue tomada por Ligeti para su ópera en los setenta, década en la que esa sensación también estaba presente, para acentuarse en la siguiente. Ya en los noventa, como en la actualidad (y quizá porque el futuro es hoy, gracias a nuestros celulares de multiconectividad) el arte es más revisionista que futurista.

"Es cierto. Y La Fura ha pensado en eso -aporta Baldur-. La primera versión de El gran macabro fue en una época de pensar en la bomba atómica y el Apocalipsis. En cambio, lo que hace La Fura es ponerla en otro contexto: una noche en la vida de Claudia, que es esa gran figura. Ella cree que se va a morir por haber comido algo. Toda la ópera se desarrolla dentro de su cuerpo. El plano grande de sociedad está llevado a lo individual y creo que es una interpretación más actual. Además, está bien a veces hacer cosas que nadie espera. Me gusta ver a esa gente que va la primera noche y se viste bien porque piensa que va a La flauta mágica y nosotros empezamos con los claxons. Es una ópera, pero, al mismo tiempo, en contra de la gente que va a verla.
-El público también sorprende. Fijate que recientemente la ópera sobre la ex conejita de Playboy Anna Nicole Smith, en la Royal Opera House, agotó todas sus entradas.
-Sí, lo sé. Pero eso tiene que ver con la tradición de la ópera porque los compositores siempre tomaron temas así. En la mitad del XIX llegó a ser un género muy popular. No conozco esta versión de Anna Nicole... pero sí al compositor [Mark-Anthony] Turnage. El ha escrito sobre un equipo de fútbol o sobre la vida de barrio en el este de Londres.
-Es variado el panorama de la música actual y de la contemporánea en especial.
-Lo interesante es que, cuando yo era estudiante, en los conciertos de música contemporánea si asistían más de treinta personas eso representaba un fracaso porque era considerado una mierda populista. Eso ha cambiado. Ahora, la música contemporánea y la barroca y renacentista son las que más crecen. Hay un público curioso.
-Crecen la música antigua y la contemporánea. ¿Qué pasa con lo que está en el medio?
-Los que hacen la música del medio han perdido el training . Por eso, la contemporánea y la histórica es lo que da incentivos al repertorio. Simon Rattle, por ejemplo, ha tocado programas superatrevidos en los setenta. Y, por otro lado, los de la histórica buscaron nuevos puntos de vista del repertorio. Luego aparecieron las disquerías, como ECM, que combinaron lo nuevo con lo muy antiguo. Todo eso ha movido la estética. Poco a poco el centro de la música clásica se fue moviendo. Hacía falta.

CONFLICTO SIN FIN

Como la situación interna del Colón es tan endeble y nadie puede asegurar que la temporada se abra el 29 de marzo, la puesta de El gran macabro corre riesgo de transformarse en un gran trabajo conceptual del cual, con los años, sólo queden datos sueltos, como esta misma nota, que den cuenta de algo que nunca sucedió.
Hasta anteayer, ningún músico de la Estable comenzó a ensayar la compleja partitura. Deberían haber salido a la venta los abonos, pero eso sucederá próximamente (¿será para evitar posibles juicios?). El miércoles habría una nueva asamblea. También, probablemente, una nueva reunión en Trabajo. Mientras las autoridades del Colón hablan del estreno, los trabajadores de la sala siguen en huelga. Es de esperar que todo se solucione cuanto antes para que se haga realidad este montaje

La Nación
Mauro Apicella

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