La comunicación popular en contextos comunitarios
Por María Rocío Domínguez
Coordinadora de la Diplomatura en Gestión Cultural - Orientación en Cultura, Comunicación y Política
Hablar de comunicación popular implica viajar a los rincones más profundos, zambullirnos en el barro y animarnos a palpar de cerca realidades tan diversas como plurales. Podríamos decir entonces que hablar de comunicación popular es enfrentarnos al desafío de pensarnos colectiva y horizontalmente.
A lo largo de toda Latinoamérica a esta perspectiva le ha valido el nombre de alternativa, democrática, participativa o liberadora. Cualquiera sea su nombre, ha sido desde siempre una apuesta a construir voces subalternas en un mar de luchas por el poder hegemónico.
Animémonos entonces a vincular la comunicación popular a las prácticas sociales colectivas que visibilizan los silencios y develan -en palabras de Claudia Korol- infinitas miradas del mundo.
Algunas de las experiencias más significativas en el campo de la comunicación popular se encuentran ligadas a procesos de organización barrial que asumen la necesidad de vincular la cultura y la política a partir de los rasgos identitarios de cada comunidad. En su mayoría, constituyen una apuesta a fortalecer redes zonales y a incrementar la participación real de los sujetos.
Las radios y las revistas comunitarias configuran una potencial herramienta de construcción de poder popular y, en un contexto tan particular como el actual, son un vehículo fundamental para avanzar en la definición de políticas públicas más inclusivas.
En este marco, la tarea del gestor será sumergirse en la práctica reflexiva y dialógica para impedir recalar en la implementación de propuestas superfluas y efímeras en el tiempo.
Si asumimos que la fuente de los saberes teóricos se encuentra solo en el seno de los sectores populares, corremos el riesgo de sacralizar las realidades y los sujetos y con ello obstaculizar una transformación de la estructura social que cuestionan nuestras intervenciones.
Si en cambio, negamos nuestra condición como agentes externos, dificultamo la posibilidad de generar aquellas instancias de problematización donde es posible potenciar las capacidades del otro que históricamente han sido silenciadas.
Reconocer esto implica asumir la presencia de una pluralidad de saberes y sobre esta base erigir la horizontalidad que, vuelta perspectiva de trabajo, recupera la conciencia de una distribución desigual de posibilidades y se compromete con la transformación del sistema que la produce.
Un trabajo de esta índole es el que actualmente llevan a cabo los vecinos del barrio Nuestro Hogar III y Virgen de Fátima de la ciudad de Córdoba. De manera conjunta el centro de salud, la escuela primaria, los vecinos, las organizaciones sociales y las instituciones del sector diseñaron una propuesta de comunicación popular con base en la fotografía y destinada al sector de la niñez.
Pudo elegirse en esta oportunidad una revista o un documental, ambas opciones igualmente válidas. Se optó por la fotografía en tanto constituye un vehículo facilitador en el seno de un territorio donde la palabra -al menos hoy- es tensión. El barrio Nuestro Hogar III se caracteriza por la coexistencia de comunidades bolivianas, peruanas, paraguayas y argentinas.
A modo de ejemplo diremos que en la escuela de la zona el 58% de los alumnos de los 447 alumnos son extranjeros. El 40% de la matrícula es de Bolivia; el 12%, de Perú; el 6%, de Paraguay; el 7% del norte argentino. Sólo el 35% (156 chicos) es del barrio. En este contexto, un taller de comunicación y fotografía en clave de interculturalidad se erige como un espacio donde reflexionar sobre las problemáticas que los afectan, narrar sus experiencias y poner en imágenes su realidad.
Asumir esta labor desde una gestión cultural comprometida abre el camino para impulsar proyectos de comunicación popular genuinos donde el sujeto participante, junto a nosotros -ambos sujetos de transformación- proponga otros sentidos. Diferentes, propios e inclusivos.
Por María Rocío Domínguez
Coordinadora de la Diplomatura en Gestión Cultural - Orientación en Cultura, Comunicación y Política
Hablar de comunicación popular implica viajar a los rincones más profundos, zambullirnos en el barro y animarnos a palpar de cerca realidades tan diversas como plurales. Podríamos decir entonces que hablar de comunicación popular es enfrentarnos al desafío de pensarnos colectiva y horizontalmente.
A lo largo de toda Latinoamérica a esta perspectiva le ha valido el nombre de alternativa, democrática, participativa o liberadora. Cualquiera sea su nombre, ha sido desde siempre una apuesta a construir voces subalternas en un mar de luchas por el poder hegemónico.
Animémonos entonces a vincular la comunicación popular a las prácticas sociales colectivas que visibilizan los silencios y develan -en palabras de Claudia Korol- infinitas miradas del mundo.
Algunas de las experiencias más significativas en el campo de la comunicación popular se encuentran ligadas a procesos de organización barrial que asumen la necesidad de vincular la cultura y la política a partir de los rasgos identitarios de cada comunidad. En su mayoría, constituyen una apuesta a fortalecer redes zonales y a incrementar la participación real de los sujetos.
Las radios y las revistas comunitarias configuran una potencial herramienta de construcción de poder popular y, en un contexto tan particular como el actual, son un vehículo fundamental para avanzar en la definición de políticas públicas más inclusivas.
En este marco, la tarea del gestor será sumergirse en la práctica reflexiva y dialógica para impedir recalar en la implementación de propuestas superfluas y efímeras en el tiempo.
Si asumimos que la fuente de los saberes teóricos se encuentra solo en el seno de los sectores populares, corremos el riesgo de sacralizar las realidades y los sujetos y con ello obstaculizar una transformación de la estructura social que cuestionan nuestras intervenciones.
Si en cambio, negamos nuestra condición como agentes externos, dificultamo la posibilidad de generar aquellas instancias de problematización donde es posible potenciar las capacidades del otro que históricamente han sido silenciadas.
Reconocer esto implica asumir la presencia de una pluralidad de saberes y sobre esta base erigir la horizontalidad que, vuelta perspectiva de trabajo, recupera la conciencia de una distribución desigual de posibilidades y se compromete con la transformación del sistema que la produce.
Un trabajo de esta índole es el que actualmente llevan a cabo los vecinos del barrio Nuestro Hogar III y Virgen de Fátima de la ciudad de Córdoba. De manera conjunta el centro de salud, la escuela primaria, los vecinos, las organizaciones sociales y las instituciones del sector diseñaron una propuesta de comunicación popular con base en la fotografía y destinada al sector de la niñez.
Pudo elegirse en esta oportunidad una revista o un documental, ambas opciones igualmente válidas. Se optó por la fotografía en tanto constituye un vehículo facilitador en el seno de un territorio donde la palabra -al menos hoy- es tensión. El barrio Nuestro Hogar III se caracteriza por la coexistencia de comunidades bolivianas, peruanas, paraguayas y argentinas.
A modo de ejemplo diremos que en la escuela de la zona el 58% de los alumnos de los 447 alumnos son extranjeros. El 40% de la matrícula es de Bolivia; el 12%, de Perú; el 6%, de Paraguay; el 7% del norte argentino. Sólo el 35% (156 chicos) es del barrio. En este contexto, un taller de comunicación y fotografía en clave de interculturalidad se erige como un espacio donde reflexionar sobre las problemáticas que los afectan, narrar sus experiencias y poner en imágenes su realidad.
Asumir esta labor desde una gestión cultural comprometida abre el camino para impulsar proyectos de comunicación popular genuinos donde el sujeto participante, junto a nosotros -ambos sujetos de transformación- proponga otros sentidos. Diferentes, propios e inclusivos.
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